El Bernabéu sigue enamorado de su Madrid de Zidane, que le regaló
otra goleada ante un Athletic que en la primera parte dio la sensación
de poder sacar algo positivo de Chamartín. Pero en la Casa
Blanca la llama sigue encendida y la afición acude a ver a los suyos con
dos corazones por ojos, como el icono del WhatsApp. Si alguien
se lo sigue preguntando a estas alturas, con el Barcelona a un punto
engañoso y a siete posibles, la respuesta es sí. El Real Madrid sigue
creyendo en la Liga.
El partido fue de patio de colegio, pero en sentido positivo. De
disfrutar, de área a área, de vivir por el gol como sustento único de
la felicidad inmediata, de jugar como los niños, esos que salen a
divertirse y que aún no han adquirido el vicio del resultadismo ni el
'intenso' antifútbol. Salieron al césped los de 6ºA y los de
6ºC, los actuales representantes de una rivalidad centenaria, y
rindieron homenaje a sus mayores con un partidazo.
Sonó en el Bernabéu la cara A del disco del Madrid de Zidane,
la que baila el madridismo, y no la cara B, la de los viajes, la que
suena más a psicofonía que a música celestial. En el minuto 3
ya ganaban los blancos con gol de Cristiano, el peligro de la clase.
Recibió un buen pase de Benzema y lo hizo aún mejor. Recortó a Etxeita,
que le miró más que cubrirle, y soltó un zapatazo a la escuadra
contraria.
El orgullo rojiblanco le hizo reaccionar allí donde otros se hubieran
dejado llevar, viendo caer goles en su casillero durante todo el recreo
y pensando aquello de "hoy tampoco es el día". Y su valentía obtuvo
premio. Varane y Keylor jugaron al teléfono escacharrado, uno
cedió mal, el otro salió a la nada y la bola acabó en los pies de Eraso,
que empató a los 10 minutos. El error del central era incomprensible y menos en él. Pero hay días que te levantas y no aciertas ni a echar la leche en el vaso. Varane acabó expulsado por primera vez, pero eso fue más tarde.
Pudo ser mejor aún la reacción de los de Valverde si Aduriz hubiera
hecho diana en alguno de sus dos conatos de incendio. El primero se lo
apagó Keylor y el segundo se quedó en el cortafuegos del larguero. Aritz,
35 años recién cumplidos, sería en clase el típico niño valiente que
cabecea la pelota de reglamento demasiado hinchada por el profesor como
si fuera de gomaespuma.
Pero al Madrid no se le puede tratar con terciopelo y pétalos de rosas porque enseguida saca el látigo y te castiga. James
se sacudió las malas notas y los malos comentarios de los últimos
tiempos con un zurdazo al palo largo y una carrera al córner tirándose
de la camiseta. Una celebración a cuyas espaldas había más que
un gol. Y justo en el segundo antes del descanso, Kroos remató el
partido culminando una buena jugada de combinación. No había hecho menos el Athletic, pero el talento se estaba desbordando en la clase de al lado. Y contra eso no se puede pelear.
Aún coleaba el tanto del alemán en la reanudación a ambos lados de la
divisoria. Los locales se calmaron y los visitantes creyeron un poco
menos. El ritmo decayó, pasamos de clase de Gimnasia y de sudor
sin control a una de Ciencias Naturales en la que se calculaba el
esfuerzo del cuerpo humano. Vamos, que las fuerzas no eran las
mismas. Y así fueron pasando los minutos hasta el tramo final en el que
volvió a pasar de todo.
Varane vio la roja, Carvajal pasó de la izquierda a la derecha y de
nuevo a la izquierda sin marearse en los cambios de carril y demostrando
que vale para un roto y para un descosido, Cristiano hizo su segundo de
la tarde a pase de Lucas y Elustondo cerró el marcador para
contarle a sus nietos que marcó en el Santiago Bernabéu. A saber en qué
formato se lo enseña y si los chavales oirán hablar de YouTube como
nosotros del NO-DO, pero nadie le podrá quitar a Gorka la hazaña.
El Athletic visitará Marsella con preocupación por su puesto europeo y
con la sensación de haberse quedado a medias. De haber tenido más
puntería, de haber acertado más en los momentos claves, quizás hubiera
celebrado algo más que dos goles.
En Chamartín todos tan contentos. El equipo con los tres puntos,
Cristiano con su Pichichi, Lucas y Nacho con sus minutos y hasta Isco
con las rotaciones. Zidane sigue provocando mariposas en el
estómago de los suyos y todas esas cosas tan moñas que nos inundarán
mañana, pero sin perder de vista el gran objetivo, su primer gran
examen. Todas las cajas de bombones conducen a Roma.